La violencia doméstica es una forma compleja de tiranía que combina abuso emocional, físico, sexual y de otro tipo como medio para manipular a la pareja. Esta también suele ser cíclica, con períodos de relativa calma seguidos de incidentes explosivos que terminan en promesas de cambio. Por encima de todo, deja a los miembros del hogar sintiéndose impotentes, aislados y temerosos.
Los agresores a menudo utilizan a los niños como una de sus muchas herramientas de manipulación al amenazar con perder la custodia, perjudicar la autoridad del otro padre y recompensar el mal comportamiento. Los abusadores extienden su abuso físico a los niños en el 30-60% de los casos y son seis veces más propensos a agredir sexualmente a los niños en el hogar.
Los niños que son testigos directos o indirectamente de la violencia doméstica comparten la misma respuesta traumática. Es más probable que tengan problemas en la escuela, así como bajas calificaciones en sus exámenes y sufran de ansiedad o depresión. Los niños expuestos a la violencia tienen quince veces más probabilidades de convertirse en objetos de violencia doméstica o sexual.
Si sospecha que un amigo, familiar o compañero de trabajo es víctima de violencia doméstica, pregunte. Es más probable que las víctimas a las que se les pregunta sobre posibles abusos busquen ayuda. Recuérdeles que no es su culpa y que no está bien. Finalmente, remítalos a organizaciones locales de violencia doméstica para obtener ayuda. Para encontrar uno cerca de usted, visite domesticshelters.org